mirARTE.
Desde el otro lado del bar.
A oídos ahogados, movimientos reducidos,
curiosidad descontrolada, luces atrofiantes
y a 15 cuerpos de distancia.
hablARTE.
Con ese dulce aroma a café recién preparado invadiendo tu aliento, a unos cuantos pasos del puerto.
Cuatro tardes seguidas en punto hasta después del ocaso.
Tu perdiendo el tren y yo mi timidez.
deseARTE.
En acuarelas.
Con durazno y crema batida.
Sin control ni penitencia.
Actuando sin pensar y pensando sin hablar.
conquistARTE.
Sin saber como lo hice.
Yo con esa fragilidad de princesa en apuros que tanto detesto y tu riendo antes de correr a salvarme.
Burlándonos del mundo y su rapidez.
Ampliando horizontes y volando sobre estrellas.
besARTE.
Lento. Sin urgencia.
A mitad de la noche y en medio de una ciudad atareada e incandescente que no se libra de amores adolescentes.
amARTE.
Hoy. Mañana.
Con esa fantasía escondida en las melodías románticas, en cada reflejo de color y todos los suspiros que recorren un lienzo en blanco.
Ayer y en adelante hasta siempre.
Con esa pasión de cada pincelada,
en una noche estrellada.